¡Hola a todos!,
Comienzo, por fin, la sección de naturaleza del blog. Ya os comenté en el prólogo que, hace unos años, quise hacer uno que recogiera la flora y la fauna del coto del pueblo en el que vivo. Un coto, en este caso, es una extensión de terreno que pertenece a un municipio en concreto y en el que suelen ubicarse las fincas donde se plantan, para su posterior recolección, diverso tipo de árboles frutales, cereales o, por esta zona, vid. Suele ser lo que llamamos, "el campo", cuando la gente sale a pasear. Puede ser de secano (cereales, olivares, viñedos, etc.) o de regadío, en donde es común encontrar huertas con todo tipo de hortalizas.
Pues bien, dentro de estos terrenos, por lo general bastante amplios, puede encontrarse una buena variedad de especies, ya sean animales o vegetales. Para nuestra fortuna, no es difícil divisar rapaces, ya que, desde hace ya décadas, están protegidas; ¡y desde luego embellecen el paisaje!, además de darle un aire más silvestre que si sólo viéramos grandes extensiones, ya sean baldías, ya dedicadas a la agricultura extensiva. Pero comenzaré por unos seres diminutos, bastante más pequeños que el conejo, la liebre o la perdiz: los insectos.
Si de algún tipo de especie existe variedad, en los hermosos montes que nos rodean, esa es la de los insectos. Resulta curioso observar el asco, el repelús que, por norma general, tiene la gente a estos habitantes que tanto abundan y que, al menos a mí, me resultan tan extraordinarios y hermosos. Los hay bajo tierra; sobre el aire; bajo el agua o sobre las plantas. Lo inundan todo y son normalmente muy beneficiosos. Si están es por algún motivo y desde luego si los hay perjudiciales, sólo lo son para el ser humano y sus cosechas. Pero ese lado negativo de algunos insectos se lo ha conferido el propio hombre, con su llegada desestabilizadora de los ecosistemas. Pero como no es mi propósito aquí y ahora el de hacer una crítica ecologista, entraré en materia con dos de los habitantes autóctonos de la zona: la mariquita y el cardo.
La mariquita:
Es el nombre de varias especies de coleópteros (Se dice de los insectos que tienen boca dispuesta para masticar, caparazón consistente y dos élitros córneos que cubren dos alas membranosas, plegadas al través cuando el animal no vuela) de la familia de los coccinélidos (Se dice de los insectos coleópteros, trímeros, de pequeño tamaño y cuerpo hemisférico, cuyos élitros, lisos y de colores vivos, tienen varios puntos negros), con varios géneros. Se caracteriza por tener los élitros (Cada una de las dos alas anteriores de los Ortópteros y Coleópteros, las cuales se han endurecido y en muchos casos han quedado convertidas en gruesas láminas córneas, que se yuxtaponen por su borde interno y protegen el par de alas posteriores, las únicas aptas para el vuelo) convexos, es decir, semejantes al exterior de una circunferencia o de una esfera.
Mariquita, a punto de despegar, sobre la flor de un cardo.
La mariquita de San Juan o de siete puntos (Coccinelida Septempunctata), mide unos 7 mm. de longitud y se distingue por sus élitros rojos con siete puntos negros. Es muy útil para la agricultura porque, tanto sus larvas como el adulto, se alimentan de pulgones.
El cardo:
Del latín Cardus. En botánica es el nombre común de diversas plantas espinosas pertenecientes la mayoría a la familia compuestas, aunque algunas son especies dipsacáceas (Se dice de las plantas angiospermas dicotiledóneas, herbáceas, con hojas opuestas y sin estípulas, flores zigomorfas en espiga o cabezuela con involucros bien desarrollados, fruto en aquenio con semillas de albumen carnoso) y umbelíferas (Se dice de las plantas angiospermas dicotiledóneas que tienen hojas por lo común alternas, simples, más o menos divididas y con pecíolos envainadores, flores en umbela, blancas o amarillas, y fruto compuesto de dos aquenios, en cada uno de los cuales hay una sola semilla de albumen carnoso o córneo).
Un cardo.
Se caracterizan porque el tallo, las hojas y las flores aparecen cubiertos de espinas. Son muy frecuentes en suelos secos y en la región mediterránea.